El origen de las crepes es antiguo. Se han consumido en diversas formas durante unos 9000 años. Las crepes siempre han estado presentes en muchas regiones de Europa. La primera receta conocida de crepes se encontró en Francia, alrededor de 1390, en un libro llamado Manger de Paris (Comida Parisina). En Europa, las crepes se hicieron muy populares. Algunos atribuyen este fenómeno al Renacimiento y al deseo expreso de Victor Hugo de ser uno de Los Miserables a la hora de comer. De esta manera, comenzaron a refinar la crepe y a difundir el plato por toda Europa a través de las creperías. A pesar de su origen controvertido, sea cual sea la versión que tomemos como verdadera, no hay duda: la receta es muy antigua. El nombre francés, crepe, deriva del término latino crispus, que significa rizado. En italiano, se llaman crespelle. Originalmente, se horneaban sobre piedras calientes, y más tarde comenzaron a prepararse en una plancha redonda de hierro sobre el fuego. Hay indicios de que sus raíces se encuentran en el pan chapati indio y los panqueques chinos. Pero los primeros registros de crêpes fueron hechos en el siglo I por el gastrónomo romano Apicius, autor del libro de cocina De re coquinaria. Cocinados en una plancha caliente, se servían con miel y pimienta, según The Oxford Companion to Food (Alan Davidson, Oxford). Sin embargo, los italianos argumentan que la especialidad nació cuatro siglos después. Le Velmont Crepes - Historia de la Crêpe En el siglo V, los peregrinos franceses acudieron en masa a Roma para la Festa della Canderola. Llegaron cansados y hambrientos, pero movidos por la fe. El Papa Gelasio, ansioso por darles la bienvenida, ordenó que la cocina del palacio papal se abasteciera con tantos huevos, sacos de harina y litros de leche como fuera posible. Se dice que las crêpes nacieron allí, por casualidad. Según esta historia, los peregrinos probaron la novedad y llevaron la receta a Francia. Los franceses, sin embargo, insisten en que la receta se originó en su tierra natal, más precisamente en Bretaña, en el oeste del país. Puede que la región no sea la cuna de las crepes, pero sin duda es el lugar donde mejor se preparan. Innumerables creperías se encuentran por todas las ciudades bretonas, impregnando el aire de un aroma dulce y delicado. Estas finísimas crepes se elaboran con maestría en platos de metal. Se han disfrutado así en el campo y las ciudades de la región durante siglos. La crepe francesa es un alimento muy versátil, ligero y saludable; su sabor se define por el relleno. Gracias a su bajo contenido en grasa, puede considerarse una comida saludable. Las crepes siempre son populares gracias a su capacidad de reinventarse, incorporando nuevos ingredientes, dulces o salados. Con una predisposición a complacer a todo tipo de invitados, las crepes nunca pasan de moda. Dulces, saladas, calientes, grandes, miniaturas, dobladas, enrolladas, abiertas o en capas, con una amplia variedad de rellenos: picados, rallados, pastosos o cremosos, ¡siempre son bienvenidos! Crêpe o Galette, ¿las conoces? Un alimento aún poco conocido por la mayoría de los profesionales culinarios, las crepes tienen su origen en los albores de la civilización. Las crepes no son una invención reciente; los historiadores han demostrado que su origen se remonta al 7000 a. C. En aquella época, se trataba de una mezcla de diversos cereales machacados con agua para formar una pasta que luego se horneaba sobre una piedra plana muy caliente. La crepe, o galette, apareció en Bretaña en el siglo XIII, traída por los cruzados a partir de los cultivos de trigo sarraceno de Asia. Inicialmente elaboradas con trigo sarraceno, las crepes adquirieron la forma que conocemos hoy a principios del siglo pasado gracias a la llegada de la harina de trigo blanco. En Francia, cuna de la expansión mundial de las crepes, la harina de trigo sarraceno se utiliza habitualmente para elaborar galettes, ya que este grano tiene un sabor muy característico y es muy apreciado con rellenos salados. Allí, las crepes elaboradas con harina de trigo se utilizan con mayor frecuencia para rellenos dulces y postres, aunque esto no es necesariamente la norma.